Esta historia está basada en hechos reales. 16 de diciembre de 2011, Argentina. Ciudad Capital Federal.
"Hoy a la tres de la tarde fui a buscar a mi hermano a la boca de la estación de Los Incas del subte, que venía a ayudarne a llevar lo que quedaban de mis bártulos. Como el día estaba feo, tomé mi super paraguas y salí con él para acompañarlo a la vuelta, por si llovía. Fui caminando por la calle Barzana dos cuadras hasta la avenida Los Incas... doblé a la derecha y después de tres cuadras empezó a lloviznar. Me felicité diciéndome: -¡Sergio, eres un genio! y abro el paraguas... Caminé otras tres cuadras y la leve llovizna se trocó en violenta lluvia. -¡Nada de otro mundo!- me dije- ¡Gracias a Dios tengo mi paraguas!... De pronto, lo inesperado: vientos feroces de los cuatro puntos cardinales me hacen bailar y estremecer el paraguas haciendo rotar su eje y propinándole un último golpe de gracia, haciendole volar la tela y dejándome los alambrecitos solos... Como es obvio, terminé mojándome todo, tiré el paraguas en un contenedor de basuras y salí carriendo para acabar las cinco o cuatro cuadras que me faltaban... Así recibí a Juan. Bue... dentro de todo, nada de otro mundo... ¡a quién no le pasa! je..."
Nota: alguien me dijo ante esta última exclamación que esto no le pasa a una persona normal, jeje.
Recuerdo a un personaje televisivo llamado "Barney, el dinosaurio", que también nos enseña que todos somos especiales, jeje. Algunos ni lo pueden ver. Recuerdo que con sus programas empezó mi interé por las marchas militares...
Barney con un niño, preparándose para unos de sus cántico con sabor a marcha militar estadounidense...
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